26 de junio de 2013

Es que no me gusta leer mucho...



“No es que no me guste leer, es que son demasiadas páginas”. Éste es uno de los comentarios más comunes que uno escucha cuando alguien dice que no le gusta leer. El número de páginas, el grosor del libro, las horas que uno debe pasar sentado pasando las hojas…, son algunos de los factores que hacen parecer a la lectura un monstruo que mata de aburrimiento. Pero como en todo: dentro de la literatura hay para cualquier gusto y, si de plano te cuesta mucho estar horas leyendo, ¿qué te parece si mejor nos enfocamos en los cuentos?

A veces cuando uno oye la palabra “cuento” se imagina lo que la abuelita nos leía antes de irnos a dormir, es decir, cuentos infantiles. Pero eso es un gravísimo error. Los cuentos son relatos cortos que pueden ir desde un par de oraciones hasta más de 40 páginas, y hay de todos los sabores: misterio, terror, aventura, romance, drama, contemporáneo, etc.
 


Uno de los grandes escritores de cuentos de terror y misterio fue Edgar Allan Poe, nacido en Estados Unidos en 1809. Poe es reconocido a nivel mundial por su perfecto manejo del lenguaje, las imágenes poéticas que utiliza en sus obras y el cinismo que a veces ronda a los personajes de sus cuentos. Una de las mejores colecciones de cuentos de Allan Poe se llama Narraciones extraordinarias, un compendio de cuentos macabros llenos de suspenso, envueltos en paisajes grises y rodeados de gélidas gotas de lluvia. Entre los mejores relatos de Poe cabe destacar: “Berenice”, “El gato negro”, “Guillermo Wilson”, “El retrato oval”, “La máscara de la muerte roja”, “El tonel de amontillado”, “El pozo y el péndulo” y “El corazón delator”; sin poder dejar a tras el poema “El cuervo”.


Si prefieres leer de todo un poco te recomiendo la antología Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917) de Horacio Quiroga, un escritor uruguayo del siglo XIX y principios del XX que se suicidó, pero no sin antes dejarnos una vasta obra literaria. En  Cuentos de amor, de locura y de muerte, Quiroga se enfoca principalmente en la vida en las selvas del cono sur y nos narra, a través de lúgubres historias, sucesos de la vida diaria. Entres los mejores relatos sobresalen: “La gallina degollada”, “El almohadón de plumas”, “Una estación de amor”, “Los buques suicidantes” y “La insolación”. Otras de sus grandes obras fueron: El crimen de otro (1904), Historia de amor turbio (1908), Cuentos de la selva (1918), El salvaje (1920), Las sacrificadas (1929), Anaconda (1921), El desierto (1924), Los desterrados (1926), Pasado amor (1929), Suelo natal (libro de lectura para niños, en colaboración con Leonard Glusberg) y Más allá (1935).

Así que ya lo sabes, para la próxima que empieces a pensar en la flojera que te da leer: no hay pretextos, son sólo cuentos…

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