2 de julio de 2013

Lectura intimidante

Les platicaré un poco sobre mi madre. Ella es una mujer que en su juventud estudió lo que estaba disponible, que no era nada más que lo básico, pero eso no la detuvo para saciar su curiosidad por medio de la lectura. Historia, política, religión… y por qué no, extraterrestres. Controversial o conservador, ¡todo está bien!

Aun así, cuando ve por las noches este programa conducido por dos profesionales evidentemente preparados y de amplio y refinado vocabulario, no puede evitar sentirse un poco intimidada. Ella les dice los intelectuales: “Uno ha leído muchísimo, libros alemanes y de esos”.

Y así es como muchos ven el mundo de la literatura. Un lugar al que pocos pertenecen, reservado para aquellos que están en otro nivel y a los que da miedo hablar por temor a que se fijen en lo mucho que nos falla el español. No voy a mentirles, también a veces me siento insegura, tartamudeo y hasta pienso que es mejor si me callo.

No hace mucho leí, y parafraseo, que México es un país en el que se venden una gran cantidad de libros, una de las tasas más altas, pero donde la gente no lee. La gente compra libros porque los venera como fuente de sabiduría, pero que no se atreve a adentrarse en ella.

En últimas fechas hemos visto el surgimiento de campañas que buscan fomentar la lectura. Hemos visto comerciales con personas famosas recomendando a los padres leer a sus hijos. Y me cuestiono la efectividad de dicha campaña, ya que por una parte los libros suelen ser costosos y por la otra está la cultura de la televisión que ya tiene la gente.

Apenas el fin de semana pasado me encontré en la librería de una tienda departamental un caso en el que una pequeña de tal vez 6 años tomaba un cuento del estante. Inmediatamente su madre comenzó a gritar que lo dejara, por qué siempre tenía que agarrar las cosas, tendría que pensar bien si quería ese cuento porque ya no le compraría nada más. Claro, este caso tendría que pasar además por otras pruebas, sin embargo, nos muestra que no vamos a subir los números de libros leídos al año por el momento.

Mi opinión es que fallamos en ver a los libros como lo que son: nuestros amigos. El consuelo, la alegría y el consejo en días tristes y de soledad, o nuestros compañeros en aventuras, locuras y diversión. Fallamos en encontrar la clase de amigos que deseamos, el que nos entretenga o nos enseñe, o que nos enseñe entreteniéndonos.

Tememos demasiado a pensar, a sentir, a vivir lo que jamás viviremos en la vida real. Y estamos demasiado atados a lo inmediato: la televisión, el cine, el internet. Nos sentimos intimidados por algo que no está a nuestro nivel sin pensar que si nos atrevemos, podríamos convertirnos en aquello que creímos imposible.

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