¡Hola chicos! Hoy les quise traer un artículo que encontré en infobae, escrito por Nicolpas Gilardi, sobre una de las autoras más conocidas y leídas a nivel internacional: Ana Frank.
Su nombre completo era Annelies Marie Frank Hollander y su diario, publicado en forma de libro por su padre, Otto Frank, dos años después del fin de la guerra, la hizo mundialmente conocida, convirtiéndose en símbolo de vida, de la vitalidad de un alma inocente, llena de esperanzas, en medio de un presente negro y un futuro incierto.
Estatua de Ana Frank en la ciudad de Ámsterdam
Persecución y exilio
Ana nació el 12 de junio de 1929 en la ciudad alemana de Fráncfort del Meno, donde la familia Frank vivía desde hacía varias generaciones. Su madre se llamaba Edith Hollander y su hermana, tres años mayor, Margot. Otto Frank había peleado como Teniente para el Ejército Alemán en la Primera Guerra Mundial y paradójicamente el Tercer Reich lo persiguió -por ser judío- y lo obligó a emigrar a Holanda y después a vivir clandestino, junto a su familia, cuando los Países Bajos cayeron bajo la bota nazi y la persecución racial se transformó en exterminio.
El exilio holandés de los Frank se inició antes de la guerra. Lograron instalarse en Ámsterdam, donde tuvieron un tiempo de tranquilidad. El matrimonio Frank montó una empresa en Merwedeplein, mientras que Ana y Margot concurrían a la escuela. Sin embargo, la creciente belicosidad de Adolf Hitler y sus planes expansionistas no dejaban de preocupar a los Frank, que pensaron en emigrar a los Estados Unidos o a Inglaterra. Pero esos proyectos no prosperaron y siguieron viviendo en Holanda.
En mayo de 1940 la Wehrmacht invadió los Países Bajos y el fantasma que había quedado atrás volvió a asolar a la familia de Ana. Rápidamente el gobierno de ocupación endureció las medidas antisemitas, Otto perdió su fábrica y las nenas tuvieron que dejar la escuela por una exclusiva para judíos. Luego de dos años duros, el 5 de julio de 1942 llegó un "ultimátum" que los obligó a esconderse para evitar lo peor. Margot recibió una orden para ser trasladada a un campo de trabajo. Sabiendo lo que eso significaba, cuatro días después la familia se ocultó en elAchterhuis (anexo o casa de atrás), según la propia Ana bautizó al lugar en su diario. El escondite estaba oculto en la parte posterior de un viejo caserón, lindero a lo que había sido el almacén de los Frank.
Poco después, se les unió otro matrimonio, Hermann y Auguste van Pels, con su hijo Peter, y un amigo de la familia, el dentista Fritz Pfeffer. Todos eran judíos y de origen alemán. Hermann Pels había sido empleado de los Frank. Otros trabajadores de Frank, Johannes Kleiman y Víctor Kugler, fueron los encargados de suministrar alimentos, dar noticias del exterior y velar por la seguridad de todos los escondidos.
El exilio holandés de los Frank se inició antes de la guerra. Lograron instalarse en Ámsterdam, donde tuvieron un tiempo de tranquilidad. El matrimonio Frank montó una empresa en Merwedeplein, mientras que Ana y Margot concurrían a la escuela. Sin embargo, la creciente belicosidad de Adolf Hitler y sus planes expansionistas no dejaban de preocupar a los Frank, que pensaron en emigrar a los Estados Unidos o a Inglaterra. Pero esos proyectos no prosperaron y siguieron viviendo en Holanda.
En mayo de 1940 la Wehrmacht invadió los Países Bajos y el fantasma que había quedado atrás volvió a asolar a la familia de Ana. Rápidamente el gobierno de ocupación endureció las medidas antisemitas, Otto perdió su fábrica y las nenas tuvieron que dejar la escuela por una exclusiva para judíos. Luego de dos años duros, el 5 de julio de 1942 llegó un "ultimátum" que los obligó a esconderse para evitar lo peor. Margot recibió una orden para ser trasladada a un campo de trabajo. Sabiendo lo que eso significaba, cuatro días después la familia se ocultó en elAchterhuis (anexo o casa de atrás), según la propia Ana bautizó al lugar en su diario. El escondite estaba oculto en la parte posterior de un viejo caserón, lindero a lo que había sido el almacén de los Frank.
Poco después, se les unió otro matrimonio, Hermann y Auguste van Pels, con su hijo Peter, y un amigo de la familia, el dentista Fritz Pfeffer. Todos eran judíos y de origen alemán. Hermann Pels había sido empleado de los Frank. Otros trabajadores de Frank, Johannes Kleiman y Víctor Kugler, fueron los encargados de suministrar alimentos, dar noticias del exterior y velar por la seguridad de todos los escondidos.
La casa donde Ana y su familia permanecieron
ocultos más de dos años, en Ámsterdam
Delación, caída y muerte
Cuando habían pasado más de dos años, alguien que los historiadores aún no pudieron identificar avisó a los nazis sobre la existencia del escondite. Así fue que el 4 de agosto de 1944 el oficial de las SS Josef Silberbauer, junto a cuatro policías, irrumpió en el Achterhuis. Los Frank no fueron las únicas víctimas de delación en la Ámsterdam ocupada. Se calcula que otras 5 mil familias judías que se habían logrado ocultar en la ciudad fueron denunciadas a la Gestapo.
A partir de ese día comenzó el calvario. Los ocho fueron enviados a un campo de tránsito, Westerbork, y de allí al trístemente célebre Auschwitz (Polonia), desde donde a su vez fueron trasladados a diferentes lager del entramado concentracionario nazi. En octubre, Ana y Margot Frank y Auguste van Pels fueron seleccionadas para asignarles un nuevo destino: Bergen Belsen, en Baja Sajonia. Pero Edith Frank no tuvo el visto bueno del médico nazi y permaneció en Auschwitz, donde fue asesinada en las cámaras de gas en enero de 1945.
Los trabajos forzados, las malas condiciones de vida, la escasa comida y el hacinamiento hicieron mella en Ana y Margot, quienes, pese a esto, sobrevivieron unos meses, hasta que una epidemia de tifus, que hizo estragos en Bergen Belsen, terminó con sus jóvenes vidas. Era marzo de 1945. Primero murió Margot, el día 9, y poco después Ana, aunque no hay precisiones sobre el día exacto de su deceso. Por poco no pudieron ver la liberación del campo, a manos de tropas británicas que avanzaban en pleno corazón de un Reich que se caía a pedazos. Actualmente una lápida colocada en Bergen Belsen recuerda a Ana y Margot. Las chicas fallecieron pensando que su padre también había muerto, pero Otto logró sobrevivir a la guerra.
Lápida en Bergen Belsen que recuerda a Ana y a su hermana Margot
Poco antes de ocultarse en el Achterhuis, el 12 de junio de 1942 Ana recibió un regalo de sus padres por su cumpleaños número 13. Era un libro forrado, con cuadros rojos y negros y con una cerradura en la parte delantera. Ana lo bautizó "Kitty" -por una compañera de la escuela que se llamaba Kathe Zgyedie- y lo empezó a utilizar comodiario íntimo. A "Kitty" le describió las peripecias que vivió junto a su familia durante los más de dos años que estuvieron escondidos en el viejo edificio de Prinsengracht, hasta que cayeron en manos de los nazis.
En el diario, que resultó de gran apoyo para Ana, escribió cuentos cortos y citó a conocidos escritores en un apartado que llamó "libro de frases bonitas". A través de sus palabras, puede notarse su miedo a vivir escondida, sus sentimientos hacia Peter, su vocación de escritora y algunos conflictos con sus padres.
Parte del diario original, exhibido en Holanda
Parte de los escritos originales son exhibidos en la Casa de Ana Frank, en Ámsterdam, y otro tanto están bajo custodia del Archivo Documental de la Guerra, en la misma ciudad.
En 1957 Otto creo la Fundación Ana Frank y tres años más tarde la Casa de Ana Frank abrió sus puertas como museo para los visitantes de todo el mundo. Cada año pasan por allí medio millón de personas para conocer la historia de la joven que se convirtió en un símbolo de la lucha del espíritu humano contra la barbarie. Su legado fueuna obra impresionante, un canto a la sensibilidad y la vida, testimonio de una joven de apenas 15 años en medio de un mundo devastado por la guerra y la persecución racial.
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